lunes, 19 de mayo de 2008

Una historia personal: mi encuentro con la tecnología


Tengo 38 años y me encontré, según cuentan mis padres, con la tecnología en los años setenta, cuando apenas contaba con tres años. Vivíamos en Europa, en los tiempos del año sabático de mi padre, que era, como yo, profesor universitario.

Todos a mí alrededor miraban a través de una cajita y otros con un aparato más sofisticado. Patalee y obtuve mi primera cámara de tomar fotografías. Allí comenzó, digo yo, mi afición por los aparatitos “inteligentes”.

Treinta y pico años después, llevo el record de mi pequeña hija casi diario, con el dispositivo de hacer fotografías de uno de los teléfonos celulares que cargo encima (tengo dos). Llevo cuentas, archivo de contactos, guardo data personal, hago notas y hasta leo un libro en formato electrónico desde la computadora de mano, primer accesorio que introduzco en una cartera que cada día está más llena de aparatitos que de cosméticos, pues no puede faltar el dispositivo Multimedia Player para escuchar noticias o música, cuando no ando en carro ¡Ah! Pero, en honor a la seriedad que debe imponerse siempre, también sirve para grabar una entrevista.

Adicionalmente, debo decir, con un poco de pena, que la cartuchera que llevo dentro del bolso no es precisamente para el compacto, espejo y lápiz labial. No, allí encontrarán todos los accesorios para que mi rutina de trabajo funcione más eficientemente. Como dato curioso, a pesar de que me he cuidado que todos esos aparatitos sean compatibles, estos aditamentos abultan bastante mi bolso. Llevo dispositivos de almacenamiento de memoria, bluetooth, apuntador laser, audífono, micrófono, multiplicador de puertos USB y también, claro está los demás útiles de una arquitecta, marcadores, pequeño escalímetro, etc.

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