miércoles, 21 de mayo de 2008

Vida laboral, gestiones diarias y autonomía de ejecución


Como consultora, cuando salgo a un trabajo de campo al interior de la República, a cualquier hora y en el pueblo más alejado de la tecnología, soy autónoma. Llevo todos los accesorios portátiles que existan para imprimir un documento, escanear una imagen conectarme a internet y enviar un fax. Para ello sólo basta conexiones a través de un teléfono móvil, enlaces inalámbricos entre los aparatos y baterías.

Sólo voy a una entidad bancaria a cancelar la cuota de política habitacional porque cotizo hace tiempo como persona natural, y se requiere llenar un par de planillas especiales. Por lo demás, soy usuaria permanente de los cajeros electrónicos y realizo los trámites a través de la banca virtual. Claro, también aprovecho y cancelo los servicios por esta vía o los tengo afiliados a tarjetas de crédito. ¿Tiene algún sentido perder más horas en colas? Hay unas que se pueden evitar otras todavía no, porque mi trabajo formal es presencial, como profesora en la Universidad Simón Bolívar. Tres horas diarias como mínimo invierto exclusivamente para trasladarme al trabajo y regresar a casa. Por cierto, tiempo valioso que dejo de disfrutar con mi pequeña hija y mi marido.

Compro y vendo, desde la plataforma que ofrece el creciente y exitoso mundo del comercio electrónico. Es que hasta podemos enviar vía correo electrónico a un supermercado la lista de compras y nos los hacen llegar a nuestro domicilio.

De las gestiones con las instituciones gubernamentales, aunque se ha avanzado en nuestro país, aún toca pegarse unas horas en colas para lograr tramitar solvencias, documentos legales, etc. Sin embargo, es indudable que se está avanzando en el manejo de la información a través de la red y cada día podemos resolver más gestiones vía Internet o telefónicamente.

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